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I am reading an Italian author, Elena Ferrante, and have just about finished the first in a series of books she wrote about the friendship of two women in Naples which began in the 1950s. Ferrante's style and subject matter show some resemblance to the earlier work of Elsa Morante, and it turns out that Ferrante is an admirerer of that older writer, famous for her depictions of the rigors of life in post-war Italy. With no fluency in Italian I have chosen to read the Italian authors in Spanish translation as that seems likely to be closer to the spirit of the originals than English versions.Reading Ferrante at this time has given me the opportunity to think about the similarities and differences in the experiences of Italians and Spaniards in the war-time and post-war years regarding history, politics and linguistics. Ferrante often refers in her writing to the use of the Neapolitan Dialect by her characters who are all members of struggling families of small business owners. In the early post-war period, there was little access to educational opportunities for most Italians and many in Naples spoke only the local dialect and had great difficulty expressing themselves in standard Italian. Today, with better access to education and wider media exposure, there are likely more Neapolitans who are comfortable in the national language of Italy, but the use of the popular dialect still continues to be of importance in daily life. Unlike Spain, however, the historic linguistic diversity of Italy does not seem to have supported the development of robust regional nationalisms as is the case in Cataluna or in the Basque region.
Spain and Italy had somewhat parallel historic and political trajectories during the 1930s and 1940s and before, which accounts for some similaries in linguistic diversity. The expression of that diversity, however, seems to have taken different paths toward the end of WWII. Italy experienced a much more intrusive German influence during the war years than did Spain, but then that disappeared along with the dominance of the Fascists with the triumph of the Allies. Democratic political forms were allowed room to develop in Italy along with a resurgence of leftist parties and some more wide-spread economic opportunities. In Spain, the fascist dictatorship and economic stagnation dragged on for decades after WWII and included the active suppression of minority linguistic groups. When the Falangists finally lost their grip on the county, ethnic and linguistic identities became rallying points for the development of regional nationalisms. In Italy, by contrast, linguistic diversity seemed to survive more as an issue of economic class than as an indicator of political affiliation. Ferrante indicates in her stories of Naples that Communits and Fascists lived side by side and all spoke in the same Neapolitan dialect.
My knowledge of Mediterranean history is very shallow, so I am sure there are many errors and omissions in what I have written above about Italy and Spain. I look forward to attempting to rectify my ignorance by further following the trail marked out by Ferrante, as well as delving into some actual historical narratives on these interesting subjects.
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Estoy leyendo la autora italiana, Elena Ferrante, y casi he acabado con el primero de una serie de libros escrito por ella que trata de la amistad de dos mujeres en Nápoles que empezó en los años cincuenta. El estilo literario y el contenido muestran una semblanza a la obra literaria anterior de Elsa Morante, y resulta que Ferrante es admiradora de aquella escritora mas madura, famosa por sus representaciones de los rigores de la vida en la Italia de la posguerra. Sin fluidez en el idioma italiano, he elegido leer los autores italianos mediante las traducciones castellanas porque me parece probable que las versiones castellanas están mas cercas al espíritu original que las traducciones ingleses.Leyendo Ferrante en este momento me ha dado la oportunidad de pensar en las similitudes y diferencias en las experiencias de los italianos y los españoles durante la Segunda Guerra y en los años de la posguerra en cuanto a la historia, la politica y la lingüística. Ferrante a menudo se refiere en su escrito al uso del dialecto napolitano por los personajes de sus cuentos, todos miembros de familias quienes son propietarios de pequeñas empresas. En los primeros años de la posguerra había poco acceso a las oportunidades educativas por la mayoría italiana y muchos napolitanos sólo hablaban el dialecto local y tuvieron gran dificultad para expresarse en italiano estándar. Hoy día, con mejor acceso educativo y también a los medios de comunicación hay probablemente más napolitanos que se sienten cómodos en el idioma nacional de Italia. Sin embargo, el empleo del dialecto popular sigue importante en la vida diaria. A diferencia de España la diversidad lingüística histórica de Italia no ha impulsado nacionalismos regionales sólidos como es el caso en Cataluña o en el País Vasco.
España e Italia tuvieron trayectorias históricas y políticas tanto paralelas durante los años de 1930 hasta 1945 y antes, lo cual explica algunas similitudes en la diversidad lingüística. La expresión de esta diversidad, sin embargo, parece haber tomado diferentes caminos hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. Italia experimentó una influencia alemana mucho más intruso durante los años de guerra que hizo España, pero después esa influencia desapareció junto con el dominio fascista y la llegada del triunfo aliado. Las formas políticas democráticas se desarollaron en Italia después de la terminación de la guerra y los partidos izquierdistas ganaron terreno, mientras que mejoraba la situación económica con la ayuda del Marshall Plan. En España, la dictadura fascista y el estancamiento económico se prolongaron durante décadas después de la Segunda Guerra Mundial y se incluyen la supresión activa de los grupos lingüísticos minoritarios. Cuando los falangistas finalmente perdieron su control sobre el país, las identidades étnicas y lingüísticas se convirtieron en puntos de reunión para el desarrollo de los nacionalismos regionales. En Italia, por el contrario, la diversidad lingüística parecía sobrevivir más como una cuestión de clase económica que como un indicador de la afiliación política. Ferrante indica en sus historias de Nápoles que los comunistas y fascistas vivían lado a lado y todos hablaban en el mismo dialecto napolitano.
Mi conocimiento de la historia del mundo Mediterráneo es muy poco profundo, así que estoy seguro de que hay muchos errores y omisiones en lo que he escrito sobre Italia y España. Espero rectificar mi ignorancia siguiendo el rastro marcado por Ferrante, y también consultando relatos históricos sobre estos temas interesantes.
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